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  • Foto del escritorDiputadosMorenaSinaloa

¡El dos de octubre no puede olvidarse!

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Pueblo de Sinaloa:

Corrían los años sesenta del siglo pasado, un joven de Agua Caliente de Garate, Concordia, cursaba la licenciatura de economía en el Instituto Politécnico Nacional, Florencio López Osuna; destacado por su desempeño académico, fue integrante del Consejo Nacional de Huelga, y el único orador en el mitin del 2 de octubre. Víctima de la represión fue encarcelado en Lecumberri.  La juventud sinaloense en actitud histórica, como lo soñara Enrique El Guacho Félix Castro, presente en el 68. El viento animal del porvenir encarnado en este joven sinaloense luchaba por la democracia y la libertad.

2 de octubre ¡No se olvida!

2 de octubre de 1968. 52 años han pasado de aquella masacre. El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz asesinaba estudiantes, los encarcelaba, los desaparecía; el gobierno de Díaz Ordaz  hacía uso de fuerzas represivas pretendiendo desaparecer las voces de la juventud que en actitud histórica exigían justicia para el pueblo, democracia y libertad. El gobierno asesino de Díaz Ordaz ensangrentó las calles, agravió al país, cometió agravios de lesa humanidad. 

2 de octubre ¡No se olvida!

El dos de octubre es poesía

La juventud 

Escribe historia, hace historia

La juventud rebelde / la juventud masacrada

1968

No quiero callar / lo que otros callaron

Quiero decirlo con todas su letras

Quiero grabarlo en esta tribuna

Gritarlo si es preciso

El gobierno de Díaz Ordaz

Es un gobierno asesino

Un criminal de lesa humanidad

En aquel octubre del 68, al día siguiente

Callaron los periódicos

Y la televisión

Y la radio

La prensa corrupta enmudeció Nadie

Al amanecer del día siguiente

La sangre había sido lavada

Como pretendiendo borrar la historia

¡Cuán equivocados estaban!

La calle bogando la sangre de los jóvenes inmolados

en cultura la convirtió

¡Opima labranza / la juventud en la historia!

¡El dos de octubre ¡No se olvida!

¿Cuántos fueron los muertos?

Nadie sabe el número exacto de los muertos, lo afirma Jaime Sabines

ni siquiera los asesinos,

ni siquiera el criminal

La oscuridad engendra la violencia y la violencia pide oscuridad para cuajar el crimen. Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche para que nadie viera la mano que empuñaba el arma, sino sólo su efecto de relámpago.

Rosario Castellanos

El 2 de octubre de 1968 no puede olvidarse.

No puede olvidarse porque la fecha, y aquel movimiento, tienen grandes significados para el pueblo de México. Es la memoria palpitante, la memoria convertida en fuerza cultural para la transformación social de nuestra patria.

Aquellos acontecimientos fueron tristes porque fue una emboscada a una multitud pacífica y alegre que dejó muchos cadáveres ese día en la Plaza de Tlatelolco y en otras plazas y escuelas en los meses previos.

Sucesos vergonzosos, dirán algunos de nuestros mejores poetas, como José Emilio Pacheco.

Cuando todos se hubieron reunido, los hombres en armas de guerra, los hombres que hacen estruendo, ataviados de hierro fueron a cerrar las salidas, las entradas, los pasos. Entonces se oyó el estruendo, entonces se alzaron los gritos.

Se pensó desde el poder que pronto todo se olvidaría, que aquel 2 de octubre sería recordado tan sólo por haber sido un día soleado.

Pensaban que la gente tenía mala memoria.

Que bastaba con enviar a los empleados municipales a lavar la sangre en la Plaza de los Sacrificios, para que al día siguiente amaneciera barrida, como denuncian los poemas de Octavio Paz y Rosario Castellanos.

O, como lo dice Jaime Sabines, con cubrirlos con hojas de periódicos, con televisores, con radios, con banderas olímpicas.

Pero (como) la sangre echa raíces y crece como un árbol en el tiempo la sangre en el cemento, en las paredes, en una enredadera: nos salpica, nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza,

Tlatelolco será mencionado en los años que vienen como hoy hablamos de Río Blanco y Cananea, pero esto fue peor, aquí han matado al pueblo: no eran obreros parapetados en la huelga, eran mujeres y niños, estudiantes, jovencitos de quince años, una muchacha que iba al cine, una criatura en el vientre de su madre, todos barridos, certeramente acribillados por la metralla del Orden y la Justicia Social.

Fue también un portazo terrible a la búsqueda, a través de un fascinante movimiento estudiantil; más que portazo balazos contra un movimiento de la juventud crecido a los ámbitos populares de México que buscaba la apertura de un régimen que no admitía disidencias, menos aún alternancias.

Pero era un gran movimiento popular tan legítimo, tan esperanzador, tan generoso, que pronto se convirtió en motivo de lucha combativa.


Por eso el 2 de octubre no se olvida.


Sus demandas, las 6 del también inolvidable Pliego Petitorio del Consejo Nacional de Huelga, eran más que moderadas, como las del maderismo antes que estallara la Revolución de 1910.


1.- Libertad a los presos políticos. 

2.- Destitución de los jefes de la policía y los granaderos.

3.- Extinción del Cuerpo de Granaderos.

4.- Derogación de los artículos 145 y 145 Bis del Código Penal Federal, relativos al delito de disolución social.

5.- Indemnización a los familiares de los muertos y heridos desde el inicio del conflicto.

6.- Deslindamiento de responsabilidades de los actos de represión y vandalismo de parte de las autoridades a través de la policía, granaderos y ejército.


Un pliego petitorio cuyos contenidos y significados se sintetizan en democracia y libertad

El régimen político había tocado el fin de sus tiempos. El 68 dejaba una convocatoria: transformar el régimen político.


La semilla de la rebeldía pacífica y democrática había quedado sembrada y tarde o temprano habría de germinar.


Primero fueron múltiples luchas populares, incluso movimientos guerrilleros, luego mediante partidos políticos participando pacíficamente en elecciones que no terminaban por ser democráticas, tras una reforma política realizada apenas a nueve años del histórico movimiento estudiantil de 1968.


Dos décadas después de aquella fecha ese régimen tendría su primer embate serio de carácter electoral.


Justo en el marco del 50 aniversario del 68, en junio de 2018, se presentó la alternancia progresista en la Presidencia de la República, dando inicio a la transformación social, la otrora utopía mayor de la juventud de 1968. 


Las 72 horas que los jóvenes le daban de plazo al gobierno para que cumpliera el pliego petitorio se convirtieron en 50 años de luchas sociales y políticas. El cambio verdadero consagrado el 2018 viene de lejos.


Ese mismo año de 2018, en este Pleno de la LXIII Legislatura, tuvimos el honor de rendir el primer homenaje que este Congreso le hacía al Movimiento Estudiantil de 1968, en el que la juventud sinaloense estuvo presente de manera sobresaliente.


Hoy damos claro testimonio de que en Sinaloa el 2 de octubre no se olvida; este Congreso rinde homenaje al movimiento del 68 al colocar en su Muro de Honor con letradas doradas: 

Al movimiento estudiantil de 1968

2 de octubre No se olvida


¡Viva la juventud de 1968!

¡Viva la Democracia! ¡Viva la Libertad!

¡Viva el Movimiento Estudiantil del 68!

¡2 de octubre No se olvida!

¡2 de octubre No se olvida!

¡2 de octubre No se olvida!



Palacio del Poder Legislativo de Sinaloa

2 de octubre de 2020

DIP. GRACIELA DOMÍNGUEZ NAVA

GRUPO PARLAMENTARIO DE MORENA 





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